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Por amor a la familia: La diáspora de enfermeras y enfermeros filipinos

REYNALDO (REN) CAPUCAO  |  14 DE FEBRERO 2020  |  ROUTED Nº8   |  TRADUCIDO DEL INGLÉS
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Graduación de la Escuela de Enfermería del Hospital General Chino de Manila, Filipinas, en marzo de 1959. Fotografía de Araceli Marcial

Para muchos enfermeros y enfermeras filipinos, la familia está en el corazón de las migraciones, algo que ha investigado en profundidad Jason DeParle. Las definiciones culturales de “familia” pueden incluir parientes consanguíneos, o la comunidad filipina en su conjunto. La importancia de la formación y la reunificación de una familia ha guiado con frecuencia los movimientos de estas enfermeras/os en el tiempo y en el espacio. Yo mismo soy un producto de la migración de enfermeras/os filipinas, ya que mi madre emigró a Estados Unidos en 1986. Avanzando rápidamente al presente, el año pasado me gradué de la escuela de enfermería y me convertí en un enfermero titulado, sucediendo a mi madre, Jolly Capucao, quien se jubiló poco después poniendo fin a una carrera profesional de cuarenta años. Nunca imaginé que acabaría formando parte del extendido estereotipo del enfermero filipino, pero después de la tópica crisis identitaria de mis veinte años mi inclinación por la investigación histórica, la empatía, y la exploración de la experiencia humana me guio hacia el campo de la enfermería. Este es el relato de cómo me convertí en un historiador de la enfermería, y más en general, de la historia social de la familia, la enfermería y la inmigración.

Hoy en día, Filipinas es el país del mundo que más enfermeros envía al extranjero, especialmente a EE.UU., un fenómeno que se remonta a la colonización estadounidense de las islas: los sueños de emigrar al extranjero están vinculados a la historia cultural del llamado sueño americano. La importación del modelo de enfermería estadounidense contribuyó a construir la justificación benévola del proyecto colonial. Sin embargo, la capacidad de la enfermería para conceder movilidad social a las minorías raciales y de género pronto se extendió a la población filipina, y en 1911 se produjo la primera migración de enfermeras y enfermeros filipinos a Estados Unidos. La enfermería proporcionó a los filipinos y filipinas una movilidad espacial sin precedentes, saliendo de la esfera doméstica y de las islas en busca de oportunidades socioeconómicas, y una capacitación profesional que les permitió vivir como personas blancas mientras trabajaban y estudiaban en EE.UU. 

Independientemente de cómo se financiasen el viaje, la colonización de Filipinas confirió a las y los filipinos el estatus de nacionales estadounidenses no ciudadanos, que suponía pocas barreras legales y físicas para la migración de enfermeras y enfermeros. En 1926, Felicidad Nolasco respondió a un anuncio de contratación de personal de enfermería del Hospital de la Ciudad de Cleveland, dando así comienzo a su viaje transpacífico con su amiga Paula Nonacido, también enfermera. Aunque ambas formaron amistades con sus colegas blancas, se acabaron marchando inevitablemente a Nueva York, donde había una comunidad filipina muy densa y activa, para encontrar un sentimiento de comunidad que echaban mucho en falta. Allí, Nolasco recibió la visita de su antiguo compañero de clase de la escuela de enfermería, Rudolfo Eladio Acena, que se había instalado en Seattle en 1921, y reavivaron su relación, casándose en 1928 y mudándose luego a Seattle en 1931, cuando ella se quedó embarazada. Nonacido, una amiga leal, siguió los pasos de Nolasco un año después para ayudarla a criar a su bebé. 

Preocupada por su familia durante la Segunda Guerra Mundial, Nonacido regresó a Filipinas. Sin embargo, volver a reunirse con su familia extensa en EE.UU. quedó pospuesto hasta varios años después de la guerra, dado que para entonces había pasado a ser una extranjera, sujeta por tanto a las cuotas de inmigración correspondientes a Filipinas según la Ley Tydings-McDuffie de 1934. Aún así, en la posguerra se produjo una escasez crítica de personal de enfermería, agravada por la gran expansión de los hospitales por Ley Hill-Burton, la mayor cobertura de los seguros sanitarios (en concreto a través de Medicare) y los avances en la medicina y la tecnología médicas, con lo que volvieron a abrirse las puertas a la inmigración. A mitad de siglo tuvo lugar la inmigración masiva de enfermeras y enfermeros filipinos Exchange Programa de Intercambio de Profesionales (Exchange Visitor Program o EVP) y los visados H-1 dentro del marco de la Ley de Inmigración de 1965.

En 1959, la enfermera Araceli Marcial llegó por medio del EVP al Hospital Beth Israel de Newark, Nueva Jersey. Después de dos años en EE.UU., un requisito del programa obligaba al personal de enfermería a regresar a sus países de origen. Sin embargo, Marcial obtuvo la ciudadanía estadounidense gracias a su matrimonio con un soldado de la marina de origen filipino. La formación de familias entre enfermeras y enfermeros filipinos y militares de la marina se remonta a principios del siglo XX, junto a la introducción de la enfermería en Filipinas, cuando EE.UU. comenzó a reclutar a hombres filipinos en la marina como asistentes. Por medio del Acuerdo de Bases de 1947, complementado por las Leyes de Novias de la Guerra, el alistamiento de filipinos y filipinas en la marina estadounidense duró hasta 1992. En efecto, la intersección  de estos dos grupos a lo largo del tiempo contribuyó a sostener la residencia permanente de enfermeras y enfermeros filipinos.

Jolly Capucao llegó a EE.UU. gracias a la solicitud de su padre, que a su vez había llegado por solicitud del hermano de Capucao, un soldado de la marina destacado en Virginia. Durante su infancia en el pueblo pesquero de Bolinao, Capucao soñaba con convertirse en enfermera para escapar de la pobreza y viajar por el mundo, lo que después le serviría para ayudar a sus otro ocho hermanos en tiempos difíciles. Cuando tenía catorce años falleció su madre, lo que obligó a Capucao a asumir las funciones maternas. Por suerte, su comunidad juntó el dinero necesario para que se matriculara en la escuela de enfermería, y Capucao se graduó en 1976. Luego devolvería el favor y pagaría la educación de sus hermanos, tres de los cuales también se convirtieron en enfermeros. Para el año 2000, la familia entera ya se había reunido en Estados Unidos en Hampton Roads, que no por casualidad alberga la mayor base naval del mundo. Meses después de mi propia graduación como enfermero, casi veinticinco años después de que ella llegase a EE.UU., mi madre regresó a Filipinas, habiéndose asegurado de que mi hermana y yo podíamos cuidar de nosotros mismos.

La importancia de la familia da forma a estos relatos y guía las migraciones de enfermeras y enfermeros filipinos a EE.UU., así como dentro del propio país. El amor por la familia, ya proceda de parientes, amigos, o familiares ficticios, describe la experiencia humana que a menudo se esconde detrás de las estadísticas de inmigración. No estoy donde estoy por casualidad, sino como resultado de los acontecimientos históricos. Me convertí en un historiador de la enfermería en honor a mi madre, y a las historias de enfermeras y enfermeros desconocidos que abrieron el camino que yo puedo hoy recorrer. los valores culturales fundamentales de Filipinas y de la enfermería que me transmitió mi madre, espero abogar por los derechos de

The love of family, whether it derives from family, friends, or fictive kinships, depicts the human experience that is often hidden within statistics of migration. I am not where I am because of chance, but because of a culmination of historical events. The reason for becoming a nurse historian is to venerate my mom, and the stories of unknown nurses who forged the path that I am able to take. Through the core cultural values of the Philippines and nursing imparted by my mother, I hope to advocate for nurses and patients alike and shape health policy across borders, toward a social environment that supports the collective well-being and nurturing of others – like family. 

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Reynaldo (Ren) Capucao, Jr.

Reynaldo (Ren) Capucao, Jr., MSN, RN, CNL es historiador enfermero, asociado al Centro Eleanor Crowder Bjoring Center para la Investigación Histórica de la Enfermería, y estudiante de doctorado en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Virginia. Estudia las áreas de historia de la enfermería, estudios americanos y humanidades digitales. Su investigación examina la construcción social de la identidad racial dentro de la diáspora de enfermeras y enfermeros filipinos y la migración como un espacio de construcción de sentido para responder las cuestiones más generales sobre la oferta laboral de enfermeras/os, el intercambio transnacional de personas y conocimientos, y la historia social de la enfermería y de la inmigración. A través de su trabajo, espera abordar cuestiones sanitarias empleando la historia tanto académica como pública para proporcionar información a los procesos de elaboración de políticas y para defender los derechos de enfermeras/os y pacientes pasados, presentes, y futuros.

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