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Encontrar el “hogar” a través de las fronteras: Mantener el amor, los cuidados y la cultura en mi familia transnacional

REBECCA WONG  |  14 DE FEBRERO 2020  |  ROUTED Nº8  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS
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El amor, el cuidado y los vínculos familiares persisten aunque la familia transnacional de Rebecca Wong vive separada por muchas fronteras. Esto es Kampong Simpok, el pueblo de la abuela materna de Rebecca Wong cerca de Kuching, Sarawak (Malasia) en la isla de Borneo. Fotografía de la autora (2014).

Canadá se precia de ser un “mosaico multicultural”, pero a mí siempre me ha costado encontrar dónde encaja mi pieza. Nací y crecí en Ottawa en una familia inmigrante de origen malayo. Mi madre es bidayuh, uno de los pueblos indígenas de Borneo, y mi padre es chino malayo. Aunque yo nací en Canadá, siempre me sentí distinta a mis compañeros de clase eurocanadienses; nuestra comida era extraña, nuestras costumbres eran raras y nuestra noción de familia era diferente. Como muchos otros niños de segunda generación, me sentía desconectada de mi “patria” étnica, pero tampoco me sentía del todo en casa en el país en el que nací. Mi hermano y yo vemos a nuestra familia extensa, en Australia, Alemania y Malasia, quizás una vez cada cinco o diez años. La vida familiar transnacional es muy común para los inmigrantes de segunda generación. De hecho, tener a la mayoría de mi familia viviendo en el extranjero era lo “normal” para mí. En este artículo, reflexiono sobre cómo mi vida transnacional se “interpreta” o se “hace” en el contexto de los cuidados familiares, partiendo del trabajo de las profesoras Loretta Baldassar, Laura Merla y Yanqiu Rachel Zhou. En segundo lugar, reflexiono sobre cómo estos vínculos transnacionales de amor y familia me han ayudado a desarrollar la confianza en mi propia identidad como inmigrante de segunda generación, a horcajadas entre varios mundos culturales a un tiempo. 

En su libro editado en 2014 Transnational Families, Migration and the Circulation of Care: Understanding Mobility and Absence in Family Life (“Familias transnacionales, migración y la circulación del cuidado: Entender la movilidad y la ausencia en la vida familiar”), Baldassar y Merla proponen que es vital atender a la circulación del cuidado en las familias transnacionales para comprender mejor las diferentes formas de cuidado que podemos encontrar en las familias separadas por las fronteras. Como mencionan en su capítulo, la idea occidental de familia asume que la presencia física permite que los vínculos familiares se mantengan fuertes, y que “la separación lleva automáticamente a la desintegración familiar”. Sin embargo, en familias como la mía, para las que la distancia es la norma, ¿cómo nos cuidamos a través de las fronteras?

Dicho de forma sencilla, una de las primeras maneras es a través de la comunicación virtual. Mi madre tiene un grupo de WhatsApp muy activo con sus tres hermanas, en el que se ponen al día sobre sus vidas cotidianas y también mantienen importantes conversaciones sobre el cuidado de mis abuelos. Mi madre vive en Canadá, una de mis tías está ahora en Alemania, y las otras dos están en Malasia, pero en ciudades diferentes. Esta es por lo tanto una vía esencial de comunicación entre las hermanas que les permite mantenerse al día sobre los cambios en la salud física de sus padres y tomar decisiones sobre su cuidado, como la transferencia de remesas para pagar la asistencia médica.

 

Mi familia paterna también tiene un grupo de Whatsapp donde están mi padre y sus cuatro hermanos, además de algunas de sus esposas e hijas. Cuando mi abuela enfermó el año pasado, el grupo se convirtió en una forma de comunicación vital entre mi tía en Toronto, la principal responsable del cuidado de mi abuela, y mis otras tías en Malasia y Australia, así como como con mi padre y mi tío que estaban en distintas ciudades de Canadá. Usaron el grupo exhaustivamente para mantenerse informados sobre la situación de mi abuela después de las visitas a la clínica y al hospital.

En segundo lugar, las visitas físicas pasajeras son otra de las maneras en las que nos cuidamos como familia. Mis tías que viven en Malasia y Australia vinieron por separado a ayudar a mi tía de Toronto a cuidar de mi abuela. Como ciudadanas malayas, pudieron quedarse en Canadá durante un máximo de seis meses para cuidar de su familiar, y también tuvieron que pasar por un largo proceso de solicitud de visado. Mi abuela materna también vino a pasar dos meses a Canadá para ayudar a mi madre cuando dio a luz a su primera hija (yo). Mi madre estaba inmensamente agradecida de haber tenido el apoyo de su madre en persona durante esta importante transición vital.

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Rebecca, su madre y su abuela (Sumuk), cuando su Sumuk viajó a Canadá para el nacimiento de la primera nieta de la familia. Cortesía de la autora.

 

La capacidad de mis tías y de mi abuela para desplazarse a cuidar de sus familiares estuvo profundamente condicionada por las estructuras políticas nacionales, como Zhou argumenta en un estudio de 2013 sobre abuelos que viajaban de China a Canadá para ayudar a criar a sus nietos. El proceso de solicitud de visados para visitar o cuidar de la familia del otro lado de una frontera puede ser enrevesado, caro y agotador para muchas personas. Una de mis tías por parte de madre pretendía visitar Canadá, pero terminó renunciando a ello al conocer la dificultad y el coste del proceso. Necesitaba realizar exámenes médicos en otro estado de Malasia, solo accesible con un vuelo relativamente caro; pagar unas tasas elevadas, y pasar por múltiples niveles de entrevistas en varias ciudades.

Más allá del cuidado, “hacer” familia a través de las fronteras me ha permitido desarrollar mi identidad, como alguien que cabalga a horcajadas entre varios mundos culturales a un tiempo. Cuando era más joven, solía tratar de ocultar mi identidad para encajar en una sociedad predominantemente blanca y eurocanadiense. Conforme fui creciendo, me di cuenta de que no podía seguir negando un parte de quien soy, así que empecé a reconectar con mis raíces malayas para llenar el vacío identitario que experimentaba.

Hubo una visita física temporal que fue especialmente importante para mí. Viajé a Borneo el verano antes de empezar la universidad, y fue la primera vez que aprendí sobre las tradiciones y creencias bidayuh de mi familia. Transformó profundamente mi conciencia de quién era. Pasé la mayor parte de aquel viaje con el lado materno de mi familia, que me llevó al pueblo (o kampong) natal de mi abuela y me vestí con las ropas tradicionales de gala de mi abuela, que según marca la tradición pasan de mujer a mujer dentro de una familia. Fueron experiencias que no hubiera tenido nunca de no haber estado físicamente presente; no he tenido la oportunidad de regresar desde entonces y llevo aquel viaje en mi corazón.

Cuando volví a Canadá, comencé a tomar asignaturas de Estudios Indígenas. El programa nos alentaba a estudiar nuestro propio legado cultural. Fue a través de la comunicación virtual que aprendí mucho sobre mis culturas. Mis tías por parte de madre entrevistaron a mi abuelo sobre los derechos consuetudinarios sobre las tierras ancestrales en Borneo para uno de mis proyectos de la universidad, y me enviaron notas de audio por WhatsApp. Mi tía, que trabaja para la Asociación Nacional Dayak Bidayuh, también me envía mensajes con regularidad sobre los proyectos en los que participa nuestra comunidad, como programas de revitalización lingüística y cultural, y me suele mandar fotos de vestidos, danzas, acontecimientos y platos de comida. El grupo de WhatsApp de la familia de mi padre también me ha enseñado mucho sobre mi herencia china malaya. El grupo se usa con frecuencia para enviar fotos de reuniones familiares en Malasia, especialmente durante festividades como el Año Nuevo Lunar, ya que pasar tiempo juntos y compartir comidas es muy importante en nuestras tradiciones culturales. Ver a familiares a los que he visto quizás una vez o dos y la comida que comparten, así como recibir información sobre lo que están haciendo en la vida me ayuda a sentirme conectada a una comunidad étnica y cultural que nunca tuve en Canadá.

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Rebecca, su hermano Joshua and y su her Sumuk cuando su Sumuk volvió a viajar a Canadá para el nacimiento de Joshua. Cortesía de la autora.

 

En resumen, en mi familia transnacional cuidamos unos de otros fundamentalmente a través de la comunicación visual y de visitas físicas, y estas dos formas de cuidado me han ayudado de manera paralela a desarrollar mi propia identidad, arraigada en herencias culturales a través de las fronteras. Esto me ha ayudado a aprender a definir cómo puedo ser bidayuh, china malaya y canadiense. Me ha permitido comenzar a construir un hogar donde vivo ahora, tal vez separada físicamente de mi comunidad cultural y de mi familia, pero aún así conectada intrínsecamente y para siempre en todos los demás sentidos.

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Rebecca Wong

Rebecca Wong obtuvo recientemente un máster en Estudios Migratorios por la Universidad de Oxford, habiendo realizado Estudios de Conflicto y Derechos Humanos con un minor en Estudios Indígenas en la Universidad de Ottawa. Su trabajo fin de máster investigó la relación entre las comunidades indígenas e inmigrantes dentro de Canadá, centrándose especialmente en la guía de estudio para obtener la nacionalidad. En la actualidad trabaja en Asuntos Parlamentarios en el servicio público canadiense y pasa su tiempo libre viajando, cantando, tocando el piano y planificando la próxima aventura.

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